Translated by Deniz Saygi
Las repugnantes violaciones de los derechos humanos y de las normas medioambientales por parte de la industria de la moda rápida suelen equilibrarse con uno de los siguientes argumentos:
Sí, pero la moda rápida democratizó la moda.
Sí, pero la moda lenta/sostenible no es asequible.
Sí, pero el acceso a la moda rápida me permite expresarme.
El segundo argumento suele ser esgrimido por personas que luego se gastan 500 libras en Shein cada pocos meses o en el cambio de cada temporada. El primer y el tercer punto están en cierto modo relacionados y tienen mucho que ver con nuestra forma de entender la expresión personal y el modo en que ésta está inevitablemente ligada al consumismo.
Se sabe que la industria de la moda rápida funciona un poco bien... rápida. Con la creación de más de 50 microtendencias cada año y la producción de 100.000 millones de piezas anuales, la industria se define por una miopía que extiende los impactos perjudiciales de la industria más allá de la psicología del consumidor.
La industria de la moda rápida ha prosperado gracias a un marketing inteligente. Se ha creado así una necesidad dirigida a menudo a mujeres jóvenes, creando inseguridades y un sentimiento de identidad derivado del conformismo. El público objetivo de la moda rápida son los consumidores de entre 18 y 24 años, mientras que las mujeres y las chicas jóvenes consumen moda rápida más que cualquier otro grupo demográfico. Las marcas de moda rápida no pretendían democratizar la moda, ni hacerla asequible en comparación con sus homólogas. La industria hizo que sus precios no fueran representativos del trabajo que supone producir miles de millones de prendas cada año para que sus grupos objetivo -las mujeres jóvenes- puedan comprar sistemáticamente más por menos en el cambio de cada temporada.
Ni participamos en la creación de nuestra ropa, ni pagamos por su valor real. En cambio, nuestros patrones de consumo actuales se basan en una producción insostenible y artificialmente infinita de tendencias, ropa y, por tanto, ingresos para las grandes empresas.
Este enfoque eurocéntrico de la autoexpresión a través de la moda rápida ignora los efectos reales de nuestra cultura del usar y tirar, un resultado inevitable de la producción masiva de microtendencias y de la ropa que las acompaña. Entonces, ¿hasta qué punto tu sentido de la moda es realmente una forma de expresión personal? ¿En qué se diferencia de la forma en que nuestra identidad está ligada a nuestros patrones consumistas? ¿Con qué frecuencia vemos frases como "terapia de compras"? ¿Con qué frecuencia las tendencias dirigidas a las mujeres, como la estética de la chica limpia, que el año pasado era esa chica y el anterior era otra, impulsan un patrón de consumo uniforme y amplio? Incluso el armario cápsula ha pasado a estar dominado por la industria de la moda rápida.
El sentido de la autoexpresión que nace del acceso a prendas baratas es una construcción social basada en valores capitalistas y en una estrategia de marketing cuidadosamente elaborada. De hecho, algunas de las prendas más sostenibles son las que representan culturas, religiones y movimientos, pero no las que se producen para satisfacer el prurito de una nueva identidad cada microtemporada creada por la industria de la moda rápida. De hecho, la idea de la autoexpresión a través de la ropa ha crecido a principios del siglo XXI junto con el uso de las redes sociales, una salida para mostrar dicha identidad y ropa.
De alguna manera nos han convencido de que lo que ya tenemos no es lo suficientemente bueno. Y no me malinterpreten, no me estoy subiendo a un caballo moral, yo también soy víctima de esto y a menudo busco una forma de autovalidación a corto plazo en las tendencias de la moda.
"Lo hemos hecho todo con tal exceso que no hay consumidor para todo". dijo Marc Jacobs en una entrevista para Vogue en abril de 2020.
En efecto, la ropa ha desempeñado históricamente un papel simbólico, a menudo es un medio de representación de la identidad, ya sea nuestra sexualidad, nuestro género o incluso nuestros intereses y aficiones personales. Sin embargo, no debemos confundir la ropa con la moda rápida, ya que ambas no son intercambiables ni sinónimas. En cambio, la industria de la moda rápida ha utilizado este concepto erróneo para tergiversar moralmente sus objetivos en la industria de la moda en general, que es la maximización del beneficio a través de la explotación de las personas y el medio ambiente.
Además, a menudo las mejores piezas "statement" que he encontrado proceden de tiendas de segunda mano o vintage y no de las tendencias de la moda rápida.